Cuando se pregunta a un escocés por qué se suele vender el whisky en botellas oscuras, dirá que es para evitar la depresión que sobreviene cuando la botella se está vaciando. Así, no se ve cuánto falta. Para una bebida tan intrínsecamente unida al orgullo escocés como esta, la botella empezada siempre se considera medio vacía, nunca, con optimismo, medio llena. Y no hay nada que reconforte más a un alma triste en un momento de crisis que una botella de whisky escocés sin abrir en la recámara.
Bromas aparte, la apreciación del whisky escocés es un asunto de máxima seriedad. Y esto no se limita a Escocia. En todo el mundo, cada vez hay más personas que descubren las delicias de los whiskys escoceses, ya sean puros de malta, de un solo cereal o mezclados. Cada día son más los que entienden de buenos whiskys escoceses. Existen literalmente cientos de variedades entre las que elegir. Y cada una posee sus propias características y aromas exquisitos.
Los whiskys más prestigiosos son tesoros que se guardan en botellas claramente distintivas. Su forma, color o decoración se han diseñado deliberadamente para distinguirlas entre la multitud. Toda destilería que se precie debe estudiar este enfoque para atraer la atención del consumidor internacional y permitirle descubrir una nueva obra de la tierra de los valientes.